domingo, 13 de marzo de 2016

La crisis de 1873

La crisis de 1873 marca el fin del período de supremacía económica británica y del liberalismo, de la expansión basada en el algodón, el carbón, la siderurgia y el ferrocarril. La “fábrica del mundo” parece agotarse y otros países toman el relevo. La industrialización tuvo una faceta internacional de integración de mercados y división internacional del trabajo. El gran momento del librecambio –entre las décadas de 1850 a 1870- fue efímero, pero dejo una profunda huella en las economías y en las mentes de los europeos.


 La crisis de 1873 fue fruto de una profunda crisis industrial y también agraria. Agotado el empuje del primer ciclo industrializador –el del algodón, el vapor y el ferrocarril-, eran muchos los países que en Europa y fuera de ella se habían incorporado, mejor o peor, a la nueva economía industrial. La producción había crecido tanto que en algunos sectores se crean situaciones de exceso de oferta. La agricultura europea sufre en muchos países la competencia de productos (cereales, lana) más baratos que llegan desde Ultramar, a bordo de transportes cada vez más  baratos. La difusión de las doctrinas y políticas librecambistas habían permitido –junto con el mecanismo del patrón oro- un crecimiento sin precedentes del comercio internacional; pero la especialización internacional, que hasta entonces era vista como una bendición, comenzará a considerarse una trampa cuando amenace con arruinar a los agricultores o industriales de uno u otro país.

La salida de la crisis marcará  la historia posterior. Para muchos países la respuesta fue el proteccionismo y unas políticas casi autárquicas, que buscaban el autoabastecimiento industrial del país, mediante la sustitución de importaciones por industrias nacionales fuertemente protegidas mediante aranceles elevados. Estas políticas primaban industrias poco competitivas,  pero  de mostraron muy eficaces para defender los intereses de los sectores industriales nacionales que no eran competitivos en un mercado internacional.

El descubrimiento y difusión de nuevas fuentes de energía (electricidad y petróleo), nuevas técnicas (motores eléctricos, radio), nuevos sectores industriales (química y electricidad) o nuevas formas de organización de la industria (cárteles o “trust”) permitieron a algunos países salir de la crisis en mejores condiciones.  El imperialismo –la expansión económica y militar de Europa en otros continentes- será otra de las vías para tratar de superar la crisis. En todo caso, cuando la gran depresión comenzó a remitir hacia la década de 1890, la economía mundial había cambiado sustancialmente

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