La crisis de 1873 marca el fin del período de supremacía económica británica y del liberalismo, de la expansión basada en el algodón, el carbón, la siderurgia y el ferrocarril. La “fábrica del mundo” parece agotarse y otros países toman el relevo. La industrialización tuvo una faceta internacional de integración de mercados y división internacional del trabajo. El gran momento del librecambio –entre las décadas de 1850 a 1870- fue efímero, pero dejo una profunda huella en las economías y en las mentes de los europeos.
La salida de la crisis marcará la historia posterior. Para muchos países la respuesta fue el proteccionismo y unas políticas casi autárquicas, que buscaban el autoabastecimiento industrial del país, mediante la sustitución de importaciones por industrias nacionales fuertemente protegidas mediante aranceles elevados. Estas políticas primaban industrias poco competitivas, pero de mostraron muy eficaces para defender los intereses de los sectores industriales nacionales que no eran competitivos en un mercado internacional.
El descubrimiento y difusión de nuevas fuentes de energía (electricidad y petróleo), nuevas técnicas (motores eléctricos, radio), nuevos sectores industriales (química y electricidad) o nuevas formas de organización de la industria (cárteles o “trust”) permitieron a algunos países salir de la crisis en mejores condiciones. El imperialismo –la expansión económica y militar de Europa en otros continentes- será otra de las vías para tratar de superar la crisis. En todo caso, cuando la gran depresión comenzó a remitir hacia la década de 1890, la economía mundial había cambiado sustancialmente
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